lunes, 29 de febrero de 2016

domingo, 15 de noviembre de 2015

Vida

Existen pequeños detalles en esta vida que se encargan de volverla maravillosa e irreemplazable.
Existen personas destinadas a que las conozcamos, aunque su presencia pueda ocasionar resultados negativos en nuestras vidas; sin embargo, eso no las hace menos valiosas e importantes.
Existen momentos inolvidables, mágicos, destellantes que se encargan de iluminar todo proceso obscuro por el que atravesamos.
Y más importante aun, existe la vida, esa que se nos permite vivir. Buena o mala, con o sin baches la tenemos y hay que vivirla. Aun si caemos, tomar la valentía de levantarnos y seguir viviendo por más dolorosa que sea la travesía, por que al fin y al cabo, es nuestra vida y es única. Además, acaso no quieren saber que los espera al final del arcoiris???
La verdad, es que yo si~

sábado, 24 de octubre de 2015

Sigamos adelante.

Uno, dos, tres, cuatro pasos sobre la acera desierta de la ciudad.
Las estrellas tenuemente brillan sobre de mi en un manto tan obscuro que me refugia de la realidad.
No hay marcha atrás. No deseo llorar más, no hay nada que cambiar.
Si las lágrimas se evaporan lentamente, esperaré por que este vacío se esfume mágicamente.
No tengo lugar al cual llegar, sólo camino para la libertad disfrutar. Sin arrepentimiento ni pesares en mi alma quiero andar, el dolor a pasado caminando por este corazón y dejó su rastro sin ninguna razón aparentemente necesaria, pero allí está, recordandome constantemente que debo seguir luchando hacia el mañana.
Y no deseo detenerme. La última lágrima fue derramada y con el viento revolviendo mi cabello, una sonrisa a nacido.
Los porqués de esta vida algún día serán resueltos, mientras tanto, seguiré adelante. Seguiré caminando libremente, sonriendo al viento que me impulsa a diario a dar un paso más al frente, impidiendo mi retroseso, logrando que olvide el pasado y viva el presente.

Always, be happy.

sábado, 25 de octubre de 2014

Siempre juntos (Continuación)



Me quede tendida en el piso del recibidor, mirando de nueva cuento el techo con la única diferencia que ahora una que otra lagrima recorrían mis mejillas dejando detrás de ellas un rastro húmedo. 

Lance un suspiro enorme tratando de tranquilizar mi corazón acelerado pero las imágenes regresaron de golpe y con ello el mar de lágrimas volvió a fluir irremediablemente. 

-¿Qué se supone que significaba aquello? No lo entiendo –cubrí mi rostro con las manos tratando de hacer menos ruidosos los sollozos pero, en casa no había nadie, así que no importaba que tan fuerte llorara, nadie se enteraría de aquella situación por la que pasaba. 

Lloraría todo lo que mis ojos me permitieran. En eso escuche ruidos fuera de la casa, eran pasos y en un momento creí que mi familia había regresado demasiado pronto, por lo que me levante de prisa ocultándome bajo la mesa del comedor esperando que la puerta fuera abierta. Pero eso no sucedió. Me arrastre por el piso hasta la ventana que daba al jardín delantero y alce la esquina inferior de la cortina, solo lo suficiente para ver al exterior. Entonces me percate que los sonidos de fuera y la sombra que se proyectaba debajo de la puerta principal eran de aquel chico que minutos u horas antes había visto en el autoservicio. Me tape la boca para no gritar. Mire de un lado a otro en busca de un buen escondite, me levante a medias, caminando con la espalda encorvada corría por  todos lados. Choque con la mesa y una que otra silla en la travesía y justo en el momento que con todas mis fuerzas ahogaba los gritos de dolor mi celular comenzó a vibrar dentro del bolsillo del pantalón. Era un mensaje de texto de él.

 “Estoy en la puerta de tu casa. ¿Puedes abrir? Si dices que no estas, entrare a la fuerza porque escucho ruidos dentro la casa

 Mi intento de pasar desapercibida había fracasado. Guarde el celular y camine hacia la puerta principal que se encontraba a unos metros delante de mi, aun podía distinguir la sombra de sus pies caminando de un lado a otro en espera de una respuesta para realizar su siguiente acción. Una sonrisa torcida se formo en mis labios; ese chico allí de pie me gustaba mucho más bien diría que demasiado. 

Habíamos pasado los últimos años juntos, contando chistes, anécdotas, historias simples y normales de niños que se conocen desde siempre; conocía a su familia y él a la mía, y siempre tuve la idea que el seria la persona que estaría a mi lado por siempre, que no había la necesidad de encontrar a otra persona con quien pasar las horas por que el era el único con quien mi propia persona podía ser expresada plenamente sin miedo a nada ni a nadie, así son los sentimientos que tengo por el chico que se encuentra del otro lado de la puerta.
Gire la perilla y jale la puerta hacia mí, dejándome ver a un chico con una resplandeciente sonrisa esperando.


-Hola ¿Cómo estas? –Sonreí levemente en respuesta –mmm, ¿te encuentras bien? Pareces enferma –sin siquiera pensarlo el chico redujo los pocos metros que nos separaban tocando levemente mi frente -¡ah! No tienes fiebre, menos mal. Por un segundo pensé que estabas enferma y que no me habías avisado de ello –él sonrío alegremente y note que llevaba la ropa que le había visto antes y en la mano que no toco mi frente, llevaba el ramo de rosas

-¿Por qué traes esas rosas? –Mire como se sonrojo y trato de ocultar las rosas sin éxito


-Yo, es que… mira, mmm, ¡ash! Te juro que trate que fuera todo lindo y bonito pero por un segundo creí que tenías fiebre y olvide por completo la razón por la que vine hoy a tu casa. ¡Ahora no recuerdo ni una sola palabra del soliloquio que pensaba recitarte! –aunque las palabras salieron algo atropelladas unas con otras, logre entender lo que dijo y en mi rostro podía notarse que no entendía ni una sola palabra de lo que se refería.
-Creí que hoy, que me cancelaste la ida al museo, era porque tenías que ir a declararte a la niña que te gusta; pero, no entiendo ¿Qué haces aquí?


-¿Y que crees que hago? ¿No dije hace un segundo que olvide el soliloquio que pensaba decirte? –abrí los ojos de sorpresa y la sangre subió hasta mis mejillas pintándolas de carmesí, al igual que las del chico que se encontraba delante de mi tratando de que no lo notara –Mira, yo, mmm, se que te gustan las cosas cursis y por el estilo pero soy demasiado vergonzoso para ello, así que solo pude pensar en comprarte rosas y escribir algo para ti. No se que sea yo para ti, pero lo que si tengo claro es que no hay chica que pueda reclamar mi atención total más que tú. –Me miraba de una forma que nunca le había visto.


Con algo de vergüenza lo cruce de largo saliendo a la calle, toque mis bolsillos comprobando que traía las llaves antes de cerrar la puerta, camine hasta la orilla de la carretera que era cubierta por enormes árboles que dejaban caer sus hojas por todos lados creando una hermosa lluvia que cubría a los coches y personas que cruzaban por el lugar. Entonces me gire para mirarlo de nuevo


-Es la misma imagen de todos los días. Las temporadas la modificaban un poco pero en si, siempre es igual; en primavera cae una lluvia de flores, en verano una lluvia de sol, en otoño una lluvia de hojas amarillas, cafes o rojas y en invierno una lluvia de nieve. Supongo que nosotros somos igual, ¿no crees? Siempre hemos estados juntos pero el tiempo nos ha ido cambiando; pero la imagen es siempre la misma, nosotros juntos y para serte sincera deseo que siempre sea así. –El chico me miraba sonriendo y yo le sonreí a el mientras una lagrima de felicidad rodo por mi mejilla.


Él camino hacia mi y por primera vez entrelazo sus manos con las mías encajando perfectamente, pego su frente dulcemente con la mía y cerramos los ojos allí de pie, juntos. En mi interior un sentimiento comenzaba a surgir desde lo más profundo de mi corazón, que me llenaba de un calor inexplicable y reconfortarle. Quizás es eso que suelen llamar  amor.